Partidos | Jornada 9 La Liga
sport.es
18/10/2025
FC Barcelona 2 - 1 Girona
Ronald Alexanko salvó al Barça de la crisis
El Barça llegaba al Lluís Companys con la soga al cuello. Justo un día antes de la Asamblea de Compromisarios, no podía permitirse un tercer tropiezo consecutivo. Y a punto estuvo.
Fue un partido extraño, de esos que se viven con el corazón en la garganta: empezó dominando, pidió la hora al descanso y necesitó que Flick hiciera de Cruyff y Araujo, de Alexanko, para rescatar tres puntos que pueden marcar un antes y un después. Porque sí, a veces incluso el más grande recurre a un central para resolver un partido. Y no pasa nada.
Ojo con lo que propuso Flick desde el inicio: contra todo pronóstico, Rashford jugó por la izquierda y Toni Fernández fue el falso nueve. Frenkie actuó de mediapunta, Èric García por la izquierda y Cubarsí por la derecha. Cambiarlo todo para que todo siguiera igual.
El arranque fue un monólogo. Lamine para Pedri, y Pedri, caracol entre lechugas, detuvo el tiempo y la puso lejos del alcance de Gazzaniga. El primer cuarto de hora del Barça-Girona debería usarse como sinónimo de dominio absoluto. Todo, eso sí, en medio del silencio atronador de Montjuïc, convertido en un parque temático de ‘guiris’ despistados. El ‘spoti’ será peor.
Pero el idilio duró poco. Witsel marcó un golazo de chilena y el estadio reaccionó tímidamente con gritos de “¡Barça! ¡Barça!”. Si no era entonces, ¿cuándo? El Girona, lejos de rendirse, respondió con dos mano a mano: primero Vanat, luego Portu, que la estrelló al palo. El Barça respiraba, pero por poco.
El descanso era urgente. El equipo se desordenaba, Szczesny evitaba el desastre y los silbidos empezaban a caer desde la grada. Empezó a llover. El campo, un solar. Los ‘guiris’, claro, habían venido a buscar sol.
En el descanso, Flick movió piezas: entró Fermín por Toni Fernández y el sol pareció regresar. Fermín probó en dos ocasiones, una al palo, y Lamine forzó otra gran parada de Gazzaniga. Algo se agitaba en el aire. Cubarsí marcó en un córner, pero Gil Manzano lo anuló por una supuesta falta de Èric García. Tocaba seguir remando.
El Barça insistía. Gazzaniga lo paraba todo, y ni el árbitro ni el VAR quisieron saber nada de un manotazo clarísimo a Rashford. “Jueguen, jueguen”, como siempre, que eso solo se revisa en el Bernabéu… si conviene a los de siempre.
Y entonces Flick se la jugó. Araujo de delantero. Fútbol de supervivencia. El alemán protestó los ridículos cuatro minutos de añadido, y el colegiado lo expulsó. Pero nada impidió que, en el descuento, Ronald ‘Alexanko’ Araujo apareciera para rematar el partido y liberar al Barça del abismo. Flick celebró con rabia, butifarrón incluido.
El Barça ganó. No con brillo, sino con orgullo. Y quizá, solo quizá, con este golpe de épica haya encendido una chispa.
Ojo con lo que propuso Flick desde el inicio: contra todo pronóstico, Rashford jugó por la izquierda y Toni Fernández fue el falso nueve. Frenkie actuó de mediapunta, Èric García por la izquierda y Cubarsí por la derecha. Cambiarlo todo para que todo siguiera igual.
El arranque fue un monólogo. Lamine para Pedri, y Pedri, caracol entre lechugas, detuvo el tiempo y la puso lejos del alcance de Gazzaniga. El primer cuarto de hora del Barça-Girona debería usarse como sinónimo de dominio absoluto. Todo, eso sí, en medio del silencio atronador de Montjuïc, convertido en un parque temático de ‘guiris’ despistados. El ‘spoti’ será peor.
Pero el idilio duró poco. Witsel marcó un golazo de chilena y el estadio reaccionó tímidamente con gritos de “¡Barça! ¡Barça!”. Si no era entonces, ¿cuándo? El Girona, lejos de rendirse, respondió con dos mano a mano: primero Vanat, luego Portu, que la estrelló al palo. El Barça respiraba, pero por poco.
El descanso era urgente. El equipo se desordenaba, Szczesny evitaba el desastre y los silbidos empezaban a caer desde la grada. Empezó a llover. El campo, un solar. Los ‘guiris’, claro, habían venido a buscar sol.
En el descanso, Flick movió piezas: entró Fermín por Toni Fernández y el sol pareció regresar. Fermín probó en dos ocasiones, una al palo, y Lamine forzó otra gran parada de Gazzaniga. Algo se agitaba en el aire. Cubarsí marcó en un córner, pero Gil Manzano lo anuló por una supuesta falta de Èric García. Tocaba seguir remando.
El Barça insistía. Gazzaniga lo paraba todo, y ni el árbitro ni el VAR quisieron saber nada de un manotazo clarísimo a Rashford. “Jueguen, jueguen”, como siempre, que eso solo se revisa en el Bernabéu… si conviene a los de siempre.
Y entonces Flick se la jugó. Araujo de delantero. Fútbol de supervivencia. El alemán protestó los ridículos cuatro minutos de añadido, y el colegiado lo expulsó. Pero nada impidió que, en el descuento, Ronald ‘Alexanko’ Araujo apareciera para rematar el partido y liberar al Barça del abismo. Flick celebró con rabia, butifarrón incluido.
El Barça ganó. No con brillo, sino con orgullo. Y quizá, solo quizá, con este golpe de épica haya encendido una chispa.
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