La temporada pasada el Barça ya había demostrado que es un equipo con múltiples vidas, capaz de resurgir en situaciones límite. Este arranque de curso confirma que la historia se repite: dar por muerto al cuadro de Flick es un error. Su fútbol, inestable y apasionante, vuelve a dejar claro que el Barça es un equipo imprevisible pero siempre emocionante.

Frente al Levante, los azulgranas pasaron de ir perdiendo 2-0 a celebrar un triunfo agónico en el tramo final. Una victoria que significa la segunda consecutiva y mantiene a los culés en lo más alto de LaLiga.

Lamine, siempre protagonista

Lamine Yamal sigue jugando con una madurez impropia de su edad. Mientras desde fuera se debate sobre su futuro, él responde con descaro y calidad en el presente.

En Valencia dejó dos acciones brillantes de regates y amagos que descolocaron a la defensa rival. Además, Rashford acompañó el buen inicio desde la banda izquierda, donde superó varias veces a Toljan con su potencia y velocidad.

Sin embargo, el arranque ilusionante se vio frenado de golpe. El Levante se adelantó en su primera acción clara: Manu Sánchez recuperó el balón ante Lamine, Toljan centró con precisión y Romero definió en el área tras dejar atrás a Cubarsí y batir a Joan García.

Ese tanto descolocó al Barça, que perdió profundidad durante varios minutos. Aun así, Pedri devolvió criterio en la medular y junto a Lamine volvió a generar peligro. La ocasión más clara antes del descanso fue de Ferran Torres, cuyo disparo se estrelló en el travesaño.

El golpe más duro para los azulgranas llegó justo antes del descanso. Tras una acción en el área, el balón impactó en el brazo de Balde. Hernández Hernández consultó el VAR y señaló penalti, transformado por Morales. Lo que debía ser un añadido de tres minutos se alargó hasta ocho y el Barça se marchó al vestuario con un 2-0 en contra.

Una reacción digna de campeón

El encargado de iniciar la remontada fue Pedri, con un golazo marca de la casa: un disparo suave y colocado a la escuadra. Apenas hubo celebración, el equipo quería más y lo dejó claro con su actitud.

Con la entrada de Olmo y Gavi, el Barça ganó dinamismo y logró el empate en un saque de esquina. Ferran Torres, de cabeza, marcó su segundo tanto en dos jornadas y puso el 2-2 en apenas cuatro minutos.

El Levante, lejos de rendirse, rozó el tercero en los pies de Morales, pero se topó con un Joan García providencial. El tramo final fue un asedio culé contra una defensa granota que resistió hasta el desenlace cruel.

En el último instante, Elgezabal desvió un centro de Lamine hacia su propia portería y selló la remontada azulgrana. Una derrota dolorosa para el Levante y otra muestra de la locura competitiva del Barça de Flick, que volvió a ganar al límite.